Alfonso Carrillo Benítez, AFE 998
Varios periodos históricos se sucedieron para
tener lo que ahora conocemos como moneda;
elemento básico para realizar transacciones
financieras y comerciales, pues el trueque fue el
sistema rudimentario de cambio, luego fueron
los griegos que utilizaron el hierro y, el cobre
fue el metal de las monedas romanas; y por
último se decantó en la plata y el oro como los
metales que por su escasez, calidad, brillantez,
ductilidad entre otros adjetivos, fueron los
metales escogidos para la fabricación de
monedas y por sobre todo por su valor
intrínseco.
Sin embargo, para las pequeñas
transacciones no resultaban muy útiles pues se
necesitaban fragmentos muy pequeños que
ponían en peligro su protección y mantención,
por lo que optó por el cobre para los menores
pagos.
En el proceso debido a que el oro y la plata
podían ser adulterados mediante aleaciones
con otros metales lo que ocasionaban fraudes y
por tanto había la necesidad de establecer
controles de fabricación, verificación del peso y
liga y utilización de las piezas de intercambio
elaboradas o moneda como se empieza a
conocerse lo que se convierte en el punto de
partida para establecer las casas oficiales de
amonedación.
El vocablo moneda se deriva del Capitolio
Romano -Templo de Juno Moneta- donde se
fabricaban las piezas que servían para las
transacciones, a donde acudían los ciudadanos
portadores de lingotes de oro y plata y recibían
las monedas marcadas con un sello que
certificaba su calidad, espesor, peso y demás
características.
El pago por este servicio o
derecho de acuñación lo pagaban los usuarios
que en árabe se define con la palabra siccach
de donde se deriva el vocablo ceca, para
denominar a las casas de acuñación o
amonedación.
La historia de la conquista española que se
inicia con el descubrimiento de las “Indias” a
fines de siglo XV señala que vino acompañada,
como era de suponer, con la organización e
imposición de sus propias costumbres,
tradiciones, religión, sistemas económicos y
comerciales en nombre de: “dos Majestades: la
de Dios y la del Rey” como manifiesta el Dr.
Carlos Ortuño en su obra Historia Numismática
del Ecuador, editada por el Banco Central del Ecuador en 1977.
El sistema monetario español tenía dos patrones que se
basaban en el metal utilizado. Las monedas de oro tenían como
la unidad el escudo, con múltiplos de: dos escudos o doblón,
cuatro escudos o media onza y los ocho escudos u onza.
Mientras que en las de plata la unidad era el real, con
múltiplos de dos reales o peseta, cuatro reales o medio peso y,
la de ocho reales o peso; los submúltiplos fueron el medio real
y un cuarto de real o cuartillo; en publicaciones también se
establece la un octavo de real aunque existen dudas de su
presencia por el mínimo tamaño que podía tener.
Al principio de la conquista y por no existir la moneda, pero si
las riquezas metálicas, el comercio se realizaba con pequeños
pedazos de oro y plata sin labrar, basando su valor en el peso
de las piezas, que ocasionaban varios problemas al comercio y
la hacienda de España, ya que frecuentemente se transaba sin
pagar el quinto real, derecho de la corona como impuesto.
Fue
este el motivo principal para la decisión que tomaron los Reyes
de establecer casas de acuñación en las Indias.
Las primeras cecas establecidas en esta región descubierta, fue
por orden del Rey Carlos I de España y V del Sacro Romano por
decreto del 11 de marzo de 1535. Se fundaron en lo que ahora
es México y otra en la Isla de Santo Domingo para que elaboren
monedas con las mismas leyes que regían en España. Se
conocen monedas de estas casas desde 1536 es decir un año
después de su fundación únicamente elaboradas en plata y
vellón como ordenaba el decreto.
Posteriormente se fundan casas de amonedación en Lima por
orden del Rey Felipe II en 1565, Potosí posiblemente en 1575,
donde se ubicaron las minas argentíferas más ricas del
imperio. En Santa Fe de Bogotá en 1559 por disposición de
Don Felipe II que no funcionó hasta 1620 que Don Felipe III.
En los inicios se labran las denominadas monedas de martillo, por la
forma de su elaboración que se caracterizaban por su forma irregular
debido a que no se usaban cospeles o piezas metálicas circulares sino que se
golpeaban en trozos de plata y oro ajustados al peso, que se marcaban con
golpes de martillo incrustados cuños en los que se distinguían los símbolos
de la corona. También se denominaron monedas de cruz por llevar esa
insignia en uno de los lados y popularmente macuquina que se mantiene
entre los numismáticos.
Publicación autorizada por la Asociación Filatélica Ecuatoriana.
Boletín 08 AFE
22 de julio 2012
Pág 16-18