domingo, 27 de enero de 2013

Guillermo Jameson y la Casa de la Moneda de Quito

Diego Bolaños P., UCCG

Guillermo Jameson es sin duda un extranjero de una trayectoria brillante en el Ecuador de los mediados del siglo XVIII e inicios del XIX.
Nacido el 3 de octubre de 1796 en Edimburgo, Escocia fue uno de los más notables estudiantes de medicina en su ciudad natal, y como tal realizó viajes a bordo de los barcos ingleses.
Según el Arrabal de Myriam Jameson publicado en http://www.fundacionbataller.org.ar de la Fundación Bataller, en un viaje a América, el barco en el que viajaba William Jameson (mas tarde hispanizado a Guillermo Jameson) fue atacado por un barco español a la altura de El Callao en Perú. Tal fue el daño que la nave sufrió, que no pudo seguir con la travesía y toda la tripulación tuvo que seguir su camino por tierra. Primero estuvo por Colombia, pero terminó radicándose en Ecuador, primero en Cuenca y luego en Quito.
Quito fue la ciudad donde GJ pudo desarrollarse a plenitud. Conoció a la quiteña Doña Antonia Olivero Toral con quien se casó en el año 1829. El matrimonio tuvo seis hijos: Guillermo, Tomás, Juan, Carmen, Manuela y Margarita. Los dos mayores migraron hacia Argentina, de Juan se desconoce el destino, en tanto que Carmen fue monja y Superiora del Convento del Carmen Bajo, en Quito. Sus hermanas Manuela y Margarita vivieron toda su vida en la capital de los ecuatorianos.

GJ fue un eminente científico, un botánico de renombre que contribuyó con la clasificación de la flora ecuatoriana y un afamado médico que luego sería Decano de la Facultad de Medicina en la Universidad Central del Ecuador. 


Tal vez su legado más importante fue su servicio como ensayador en la Casa de Quito, prueba de lo cual podemos apreciar su famosa firma con sus iniciales "GJ" en muchas monedas ecuatorianas de los inicios del siglo XIX. 


Cuando en 1861 asumió la Dirección de la Casa de Quito fue un caso en el que las habilidades y las necesidades se juntaron. Acertada dirección sin el más mínimo beneficio personal. Al menos así lo asegura el Phd David Fiero en la introducción al libro A Numismatic History of Ecuador de Michael Anderson, argumentando que a GJ no le sirvió de mucho ser amigo personal del Presidente Gabriel García Moreno debido a que casi nunca le cancelaban sus haberes, ya sea como Director de la Casa de Quito o como profesor en la Universidad Central de Quito. 

Jameson no ambicionaba el poder , la riqueza o la fama. Trabajó casi sin remuneración hasta el final de sus días, y vivió para ver a muchos de los miembros de su familia de morir de enfermedad o abandono. 

La Casa de la Moneda de Quito.


La historia de la Casa de Moneda ecuatoriana a través de sus primeros años de vida puede verse como un corolario de las luchas políticas entre las partes enfrentadas en la estela de las guerras de independencia latinoamericanas del primer trimestre del siglo XIX. Originalmente, como en la lucha contra el dictador Flores, estas batallas se habían librado de firmes convicciones en una u otra de las dos facciones principales de las primeras políticas de América Latina: un conservador, incluso reaccionario, tendencia, a favor de la oligarquía rica centrada en la de capital, a menudo los descendientes de los originales de las familias españolas coloniales, y una facción populista basado en las necesidades de exportación de los intereses agrícolas rurales. Con el tiempo, y después de incontables revoluciones y los cambios en las dictaduras militares, las líneas entre las dos facciones se volvió borrosa. En palabras del autor más conocido de América Latina, el colombiano Gabriel García Márquez, en su clásica obra Cien años de soledad, la situación se había convertido en una en la que el protagonista, un viejo revolucionario liberal de sí mismo, con razón podía afirmar: "Ahora sólo están luchando por el poder, nada más. La única diferencia entre los conservadores y los liberales es que los conservadores van a misa de siete y los liberales a las nueve ""

A pesar de la confusión reinante en el país, Jameson reconstruyó y racionalizó las operaciones de la Casa de Moneda de Quito a finales de 1863, situándola en una base financiera sólida mediante el expediente de la privatización. Hubo reacciones de todo tipo. Los pesimistas afirmaban que GJ se había "vendido" a los intereses financieros de los banqueros privados en Guayaquil. La verdad es que el gobierno central, todavía aturdido por la lucha y la destrucción de los "Años Oscuros", ya no estaba en condiciones de proporcionar incluso un apoyo mínimo. Jameson actuó por su cuenta, en otra búsqueda de la que sólo se pagaría en el caso improbable de que la Casa de Moneda, produzca un beneficio. En el último intento desesperado para apuntalar la identidad de su país elegido con la preservación de su Fábrica de la Moneda, había recurrido a la utilización de capital desde el centro económico del país en la costa, donde todavía existía una economía de tipo y donde la destrucción había sido menos completa.

Fue, sin embargo, obligado a emitir más monedas de tan sólo 0.666 finura con el fin de que no existía ningún medio circulante en absoluto, como sucedió con las monedas de plata fina .900 que había desaparecido de la circulación durante los últimos tres años turbulentos. Jameson aplicó una norma europea en términos de estilo, con el fin de disuadir a los falsificadores y contrató al notable grabador de París, Albert Barre, cuya firma de las monedas llevan a la izquierda de la fecha.

Fue, por desgracia, en vano. El gobierno nacional había entregado toda la operación al "Banco Particular" en Guayaquil, a quien sólo el "resultado final" importaría. Es cierto que, a través de este acto de la privatización y los celosos esfuerzos de Jameson, tanto la falsificación y la corrupción fueron sofocados. Pero cuando, al final en 1863, las pérdidas ascienden a casi el 20% de la cantidad acuñada apareció en el balance, la última palabra había sido dicha.

En diciembre de 1863 la Casa de Moneda se cerró para siempre, y las instalaciones que Jameson había tan arduamente reconstruido y modernizado se utilizaron, por primera vez como un cuartel militar, y finalmente, en 1865, las cedió a los jesuitas para ser utilizados como el "Colegio Nacional", un tipo de élite. Como profesor universitario, Jameson debe haber sentido un gran orgullo por esta solución, ya que significaba que los niños en la ciudad capital ya no tendrían que ser educados en el extranjero. 

Su vida de trabajo, el establecimiento de una casa de moneda permanente, podría haber sido una fuente de orgullo nacional, como él bien sabía. Pero él salió con elegancia, sin estridencias. Había empezado con nada, hace mucho, nada robado, y se marchaba con tan poco . En otras palabras, GJ podía ser derrotado, pero nunca podría estar dañado.

En 1873, a pesar de que ya estaba en su lecho de muerte regresó a Escocia. donde fue honrado y estimado por toda la comunidad científica europea. 

viernes, 11 de enero de 2013

Michael Anderson, A Numismatic History of Ecuador

Este libro cuenta la fascinante historia de la lucha de un nuevo país para una moneda nacional. Se trata de un extenso análisis desde las monedas pre-incáicas hasta la adopción del dólar de los EEUU en el año 2000. Citando expresamente a partir de documentos de la época, traducidos por primera vez al inglés, el autor nos relata muchas e interesantes historias de la Casa de Quito, haciendo un recorrido desde sus inicios.

Michael Anderson describe en detalle la trayectoria de un tipo diferente de extranjero por completo, William Jameson ó "Guillermo Jameson" como su nombre hispanizado aparece en las crónicas contemporáneas. Un médico, botánico e inventor cuyos servicios como ensayador están marcados con sus iniciales en más de una moneda del Ecuador del siglo XIX.
Nos cuenta además que con el tiempo "GJ" se convirtió en el propio director de la Casa de la Moneda de Quito. Variadas y entretenidas son las historias presentadas en este libro. Dale Seppa -editor- nos cuenta por ejemplo el caso de un presidente que decretó la anulación de una orden judicial que exigía la destrucción de las monedas falsas que circulaban en nuestro país ya que sin tales monedas, hubiera sido imposible el pago de la administración pública y las fuerzas armada. Otro relato yiene que ver con otro presidente de la repúblic, que organizón un asalto a mano armada en las bóvedas del banco Central del Ecuador.


Nos recuerda que gran parte de la moneda del Ecuador fue traída desde más allá de sus fronteras, como por ejemplo las monedas de la Casa de Potosí presentadas por primera vez a Quito en 1594, o también a través de los franceses de Napoleón III con la plata de 20 céntimos que proporcionaron gran parte del cambio pequeño de la década de 1860, terminando con las monedas de los Estados Unidos que proporcionan hasta el dí de hoy, la mayor parte de la moneda circulante desde el año 2000.


En este fabulosos libro hay mucho para numismáticos, sin dejarde lado que el autor ha hecho incursiones en el mundo de los billetes y sellos ecuatorianos. Presenta una alta calidad en sus páginas, tiene una cubierta suave y está bien indexado e ilustrado con 394 páginas.

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Dale Seppa hpd1940@aim.com
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Virginia, MN 55792


El precio de un ejemplar del libro A Numismatic History of Ecuador by Michael Anderson es de $50.00 pospago en los EEUU. Los extranjeros debemos cancelar adicional el valor de $30.00 por gastos de envío




Michael Anderson se educó en el King Edward VI Grammar School de Chelmsford, y Selwyn College en Cambridge. Desde muy temprana estuvo interesado en el hobby de las monedas lo cual lo llevó a servir en The Council of the Brithish Numismatic Club.También ha sido Tesorero en The British Association of Numismatic Societies. Su pasión por la numismática lo ha llevado a colaborar también en diversos artículos en la prensa como por ejemplo, "Las monedas de los Grandes Príncipes de Kiev" en Seaby´s Coin & Medal Bulletin, o con "Aristóbulos de Calcis y Salomé" en Coins & Antiquities en abril de 1999. Se incorporó al Servicio Exterior Británico en 1958 y se desempeñó como Vicecónsul en la ciudad de Quito entre 1965 y 1968, donde desarrolló su interés por la notafilia, numismática, escripofilia y filatelia del Ecuador. Colaboró con Dale Seppa en el catálogo Coins of Ecuador publicado por Almanzar de Monedas del Mundo en 1973. Su propia y extensa colección de monedas ecuatorianas fue vendida en Glendinings en febrero de 1977.