Suplemento dominical publicado en Diario HOY.
15 de enero del 2000
La segunda muerte de Sucre.
La primera sede del Banco Central del Ecuador Calle García Moreno y Sucre esquina. Quito |
"Ayer los vecinos de Quito durmieron intranquilos por causa de una reyerta ocurrida en las calles del centro, en donde unos comerciantes extranjeros fueron sorprendidos introduciendo monedas falsas y agujereando las buenas. Comentan los vecinos que ese es el método de los falsificadores para obtener pequeñas porciones de oro y plata, que utilizan para acuñar monedas ilegales. Los artesanos y comerciantes están indignados no solo por la falta de moneda ecuatoriana para comprar y vender, sino porque nadie quiere aceptar las pocas macuquinas que circulan, pues están tan desprestigiadas, tan agujereadas, tan venidas a menos, que la mayoría prefiere contentarse con monedas extranjeras de cualquier país. Después de la reyerta, todos se marcharon y solo la guardia del presidente Juan José Flores se asomó a preguntar qué había pasado.
Hay rumores de que el Gobierno podría establecer en Quito una casa de amonedación para acuñar una moneda propia y poner fin a tanto desorden, pero sobre todo, para afirmar la soberanía nacional. El Ecuador es uno de los países americanos con mayor circulación de moneda ilegal, que ha sido rechazada en otros países, pero aceptada en el nuestro por falta de control y por culpa de la corrupción. El comercio a través del puerto de Guayaquil ha propiciado la entrada al país de moneda peruana, chilena, inglesa, francesa y norteamericana, frente a la cual las débiles macuquinas locales han quedado totalmente devaluadas. Se comenta que toda esta penosa situación se debe a que en la reciente Constitución, firmada en 1830 en Riobamba, nada está claro respecto de los asuntos monetarios del país. Ahora, el Gobierno del general Flores tiene la misión de acuñar una moneda nacional, pero no se sabe cómo lo hará, puesto que el país actualmente carece de metales preciosos como el oro y la plata..."
Esta es una crónica escrita, basada en datos históricos, sobre el escenario económico en los amaneceres de la historia republicana del Ecuador.
¿Hay dolorosos parecidos con los primeros días del siglo XXI?
Volviendo a los inicios de la República, el caos monetario que se vivía entonces, obligó al Gobierno de Flores a crear en 1832 una casa de amonedación, encargada de acuñar una moneda nacional para sanear el corrupto sistema de circulación monetaria. Pero ese objetivo nunca floreció. Todo lo contrario, el abandono de los Gobiernos y la corrupción burocrática impidieron controlar a los falsificadores y expulsar la moneda extranjera que campeaba gracias a la debilidad de la local. Poseer una moneda ecuatoriana, en esa época, era tener una credencial de desventaja ante cualquier otra del mundo.
Existen documentos históricos que señalan que los propios gobiernos de entonces fueron partícipes de esta manera poco feliz de manejar los asuntos monetarios. La versión naif de la devaluación monetaria consistía en perforarla para que fuera rechazada por los extranjeros. La casa de amonedación fue eliminada en 1863, y el país continuó con la danza de la improvisación.
En esas circunstancias, nació el Sucre en 1884, cuya adopción como moneda oficial obedeció a la necesidad de racionalizar una actividad económica totalmente viciada. Ahora, el sucre es un anciano de 116 años, totalmente acabado, sin poder adquisitivo. Y el Ecuador se ha puesto a la sombra protectora del dólar, como epílogo de una accidentada historia económica, cuya nueva versión arrancó con el anuncio del presidente Mahuad la noche del domingo, de dolarizar la economía para frenar la especulación de la divisa e intentar la reactivación económica del país.
Así, el sucre nació a fines del siglo XIX para conjurar una época económica pecadora y corrupta. Ahora, desaparece para volver a conjurar el descalabro económico de un país caotizado e insuflar un poco de vida a una población doliente. ¡Réquiem por el sucre!
Billetes sin respaldo
Billete de Cinco Sucres. Banco Comercial y Agrícola |
Se inicia el asombroso juego monetario
Luego de la desaparición de la casa de amonedación de Quito, en 1863, se formaron los primeros bancos particulares, los cuales solicitaron al Gobierno permiso para acuñar moneda de circulación nacional, y este lo concedió.
Aunque en el decreto de creación del sucre, firmado el 22 de marzo de 1884, no se mencionan las razones del nombre, resulta evidente que las autoridades quisieron rendir homenaje al mariscal Antonio José de Sucre, héroe de la Independencia ecuatoriana, según se comenta en el libro Historia numismática del Ecuador de Carlos Ortuño.
En el mismo decreto, se prohibe la importación de moneda inferior en peso o ley a la nacional. La que se introdujera sería decomisada y reexportada en forma de barras. Era el Gobierno del presidente José María Plácido Caamaño.
Como el Gobierno carecía de capital para emprender por su cuenta, la acuñación de la nueva moneda, recurrió a la incipiente banca nacional. Y fue el Banco de Quito el encargado de contratar la elaboración de 40.000 sucres en moneda de níquel (30.000, en monedas de medio décimo; 5.000, en monedas de un centavo; y 5.000 en monedas de medio centavo) por lo cual, ofrecería al Gobierno el 5% de la utilidad, es decir, 2 000 sucres, según consta en la misma investigación de Ortuño.
Los datos históricos señalan que el Banco de Quito cumplió el contrato con ayuda del Banco Internacional, que por entonces se formaba en Guayaquil. Y así mandó a acuñar las monedas de vellón en la casa inglesa de Birminghan entre 1884 y 1886.
Pero no bien se había establecido la nueva moneda, surgieron sus primeros avatares por causa de la caída de los principales productos de exportación como la quinua y el cacao. Entonces, las importaciones debieron ser pagadas con la poca moneda buena que existía en el país. El Estado tuvo que iniciar nuevamente la lucha por la desaparición de la moneda falsa y la moneda extranjera. Se inauguraba la triste historia de nuestra moneda oficial.
Visita también los otros artículos de esta serie:
• Réquiem por el Sucre.
• Una lenta agonía de 116 años
• El Banco Central, el patrón oro y los años de la Gran Depresión
Aunque en el decreto de creación del sucre, firmado el 22 de marzo de 1884, no se mencionan las razones del nombre, resulta evidente que las autoridades quisieron rendir homenaje al mariscal Antonio José de Sucre, héroe de la Independencia ecuatoriana, según se comenta en el libro Historia numismática del Ecuador de Carlos Ortuño.
En el mismo decreto, se prohibe la importación de moneda inferior en peso o ley a la nacional. La que se introdujera sería decomisada y reexportada en forma de barras. Era el Gobierno del presidente José María Plácido Caamaño.
Como el Gobierno carecía de capital para emprender por su cuenta, la acuñación de la nueva moneda, recurrió a la incipiente banca nacional. Y fue el Banco de Quito el encargado de contratar la elaboración de 40.000 sucres en moneda de níquel (30.000, en monedas de medio décimo; 5.000, en monedas de un centavo; y 5.000 en monedas de medio centavo) por lo cual, ofrecería al Gobierno el 5% de la utilidad, es decir, 2 000 sucres, según consta en la misma investigación de Ortuño.
Los datos históricos señalan que el Banco de Quito cumplió el contrato con ayuda del Banco Internacional, que por entonces se formaba en Guayaquil. Y así mandó a acuñar las monedas de vellón en la casa inglesa de Birminghan entre 1884 y 1886.
Pero no bien se había establecido la nueva moneda, surgieron sus primeros avatares por causa de la caída de los principales productos de exportación como la quinua y el cacao. Entonces, las importaciones debieron ser pagadas con la poca moneda buena que existía en el país. El Estado tuvo que iniciar nuevamente la lucha por la desaparición de la moneda falsa y la moneda extranjera. Se inauguraba la triste historia de nuestra moneda oficial.
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